sábado, 1 de octubre de 2011

LOS LÍMITES EN LA INFANCIA.


Por Lic. Gabriela Tizziani


 Muchos de los que están leyendo esto en éste momento coincidirán  en que cuando éramos niños una mirada fija de nuestro PAPA advertía el final de una acción.
 En otros momentos bastaban frases como: "no porque no" o "porque yo lo digo y se acabó".
Hoy esos dos mecanismos están en desuso. La vertiginosa vida social que enmarca a las familias de ésta generación provoca que se minimice, se subestime o, en el peor de los casos, se relativice el rol fundamental de los padres al marcar un límite.

     ¿Por qué los padres deben  ponerles límites a sus hijos?
 Porque justamente, los límites, le otorgan al niño identidad y organizan su psiquismo. Es decir, le otorga identidad porque al fijar un límite, los padres transmiten sus valores, sus ideales y su tradición familiar. Pero además, constituyen el modo en que quieren educarlo; vierten los conceptos sobre qué es ser un niños, qué es ser un padre/madre, cómo debe comportarse, qué actitudes corresponden y cuáles no, etc.¡¡Menuda tarea para los padres!!
  En resumen, el límite es la herramienta que necesita un niño para ponerle freno a sus impulsos. Estos impulsos provienen de su interior y están presentes desde su nacimiento, pero su freno sólo puede ser aprendido desde las enseñanzas del mundo exterior. El exterior más cercano que tiene un niño es la figura de los padres. Luego vendrá la escuela, más adelante el trabajo, etc. Y es por esto que los padres tienen la tarea fundamental ya que son los encargados de sentar las bases de una estructura que seguirá construyéndose a lo largo de la vida.
    ¿Para qué sirven los límites?
  La función principal de los límites es ayudar a los niños a organizar su pensamiento y a brindarle un orden interno basado en un modelo propuesto por los padres. Esta organización es importante y a la vez necesaria porque permite que el niño pueda anticipar las conductas de los padres y conocer la relación entre causa y consecuencia. Pero esencialmente, le concede la posibilidad de distinguir entre necesidad y el deseo.
    ¿Cómo se hace?
  Fundamentalmente la clave es trasmitir una pauta clara y firme. Los padres deben mostrarse seguros, esto permite que el niño comprenda que cuenta con adultos sólidos en su rol de autoridad. El límite más efectivo es el que proviene del amor y del cuidado.
  Cuando el límite se asocia al cansancio personal, el fastidio, las broncas y las necesidades del adulto es probable que provoque en el niño una mayor dificultad para comprender las normas.
Para un niño que está en pleno desarrollo es contraproducente la descalificación y la desautorización de un adulto a otro, ya que esto coloca al niño ante una situación de inseguridad frente a la autoridad.
Ejemplo: cuando un maestro, abuelo, entrenador, tío, etc. le marca un  límite a un niño pero los padres no están de acuerdo con la decisión tomada. Cuidado!

                                                                   "Amemos a nuestros hijos, pongamos límites"
                                                                                                          

*textos de Lic. Gabriela Tizziani.

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