La historia de Mabel Sardineli
Mabel, 54 años, instructora de yoga, nacida en el Gran Buenos Aires cumpliendo 20 años de residencia en Claromecó, madre de dos hijos; Mariana (18) y Santiago (16) los cuales crió sola .
Su experiencia la hace única, con este poder intacto lleno de luz para pelear contra el cáncer.
Su confesión conmueve… Noviembre del 2009; me sorprende con fuertes dolores abdominales, en el apuro diario una pastilla lo calmaba y pensaba… -al pasar la temporada me haré los estudios-. Llegando febrero del 2010, quedé prácticamente doblada del dolor, ya no podía continuar, fue allí que me internaron, derivándome a Buenos Aires. Llegué al Hospital Unitiva de Calzada, donde en sala de guardia mi hija me comunica que había escuchado al médico decir que me mantendrían allí prácticamente hasta fenecer. (3 días me habían dado) tome la decisión de vivir, quise irme de ese lugar tenebroso y oscuro para mi espíritu, y me trasladaron a la clínica modelo de Adrogué. Los médicos me hablaron de mi enfermedad y me preguntaron que deseaba hacer, ¡yo sin dudarlo decidí vivir!
En todo momento sentí y llamé al Espíritu Santo para mi guarda y protección, percibí su compañía y su luz; él me fue guiando.
Difícil fue mi proceso, tuve hemorragias muy fuertes que no me permitían ser operada, hasta que luego de idas y venidas un 4 de marzo de 2010 entro en quirófano; todas las miradas sobre mí, mi físico muy débil, con tan solo 37 Kilos temían que no resistiera la operación. Con mucha fe logré pasar la prueba, solo atiné a decirle a mis hijos esperen, que luego los vería.
La operación fue un éxito. Estuve 3 días en terapia intensiva, 4 días en sala y luego la esperada alta del hospital. Continué con el tratamiento venciendo cada una de las batallas.
Podría decirles tantas cosas que aprendí… “que hay que saber escuchar al cuerpo y parar”
“Que uno se entrega con toda la luz de la fe a los médicos y sobre todo a Dios“
“Que el espíritu santo encaminó mágicamente mi curación”
“Entender y asimilar que uno nunca esta solo “
“Que todo pasa por algo y uno nunca debe darse por vencido ni aún vencido “
A los chicos les diría que tengan en cuenta que en toda vivencia siempre hay un mensaje y hay que aprenderla y asimilarla, que la base es el amor cuando va de la mano del respeto. Que vivan la vida teniendo los oídos bien despiertos para escuchar y los ojos bien abiertos para observarlo todo, es crecimiento y los nutre.
Agradezco profundamente a toda la gente que estuvo presente por medio de un mensaje y su oración. Gracias Claromecó.
Gracias a Mariana, mi hija, apoyo incondicional.
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